

La historia de Anís del Mono está compuesta de varias anécdotas que nada tienen que ver con la bebida alcohólica que contiene tan bonita botella.
A finales del siglo XIX el creador de la marca Anís del Mono, Vicente Bosch, recibió un regalo de lo más especial, un pequeño mono recién llegado de América. De ahí la idea de que la marca adoptase nombre de simio.
En otra ocasión, Vicente Bosch, en una de sus visitas a París vio en una perfumería de la plaza Vendôme, un frasco de perfume que decidió comprar para regalárselo a su esposa. Dicho frasco de perfume era de cristal con aspecto de diamante. De ahí la segunda idea para el Anís, inspirarse en el frasco de perfume para diseñar la botella. Fue la primera empresa en fabricar este tipo de botella que después otras marcas han copiado. Se puede decir que Vicente Bosch inventó la genérica botella de anís.
Ya ideada la botella y el nombre del anís solo le faltaba la etiqueta de la botella, un diseño que se ha conservado como imagen corporativa de la marca hasta día de hoy.
En la primera impresión de la etiqueta hubo un error de imprenta que se decidió conservar hasta nuestros días, a la palabra destilación se le añadió por error una L y desde entonces en las etiquetas aparece DESTILLACIÓN ESPECIAL porque así lo decidió el propietario obligado por la la oficina de patentes que no permitió corregir el error.
El mono de la etiqueta tiene rasgos humanos, nos puede sonar un poco su aspecto ya que no es otro que Charles Darwin, el ideólogo de la teoría de la evolución de las especies tan debatida por defensores y detractores de la época, sobra decir que Vicente Bosch aprovechó la fama del debate para popularizar su producto. No se conoce en que bando estaba de modo que no se sabe muy bien si la etiqueta era un homenaje, o una burla al ponerle al mono la cara del científico británico.
El mono sostiene un papel donde se puede leer. “Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento”.

En 1897 convocó el primer concurso de carteles de España, que ganó Ramón Casas. En 1913 colocó el primer rotulo luminoso que se instaló en la Puerta del Sol de Madrid.
Grandes artistas como Picasso, Dalí, Juan Gris, Diego Rivera y Gironella hicieron aparecer la bonita botella de Anís del Mono en sus obras.

El explorador francés Jon Saco escribo escribió una carta a Vicente Bosch, una carta donde le hacía un pedido de 125 litros de anís para hacer más llevadera su expedición al polo sur.
Los consumidores quedaron encantados con la etiqueta, una inmensa mayoría no sabia leer y era típico poner dibujos de animales para que el consumidor supiese lo que era sin necesidad de leer, marcas como Lejía el Conejo o el papel higiénico El Elefante usaron la misma técnica para que el publico poco ilustrado reconociese sus marcas al ver los dibujos.
La fábrica fue fundada en 1870 en la playa de Badalona, a escasos metros de la orilla del mar, por los hermanos Bosch y Grau. En la factoría destacan, por su importancia histórica, las salas de destilación, de estilo modernista, así como el archivo y el despacho del gerente. Toda una joya del modernismo industrial que tanto gustaba a la burguesía catalana de la época.

La fabrica se puede visitar dando un bonito paseo guiado por sus instalaciones. En la misma playa justo al lado de la fabrica podemos dar un paseo por el “Pont del Petroli”, recuperado para la ciudad y presidido en su entrada por una escultura en bronce del popular mono del anís símbolo indiscutible de la ciudad de Badalona. Un regalo de los propietarios de la fabrica a la ciudad.


Según el día y la producción de la fabrica nuestro paseo por sus cercanías estará acompañado por una fragancia que inunda toda la playa de ese estupendo olor de anís.


