CARIÑO, CUÉNTAME ALGO CALIENTE
Cassandra – Espero que hoy en algún minutillo libre me deleite usted con algún mensaje de esos que tanto nos gustan.
Malasartes – Así que la señorita quiere uno de esos relatos…
Pero no sé si usted lo quiere del rollo romántico o más bien del palo me mojo las bragas y me las tengo que cambiar para no dar la nota.
Yo creo que la señorita prefiere la segunda opción al igual que yo.
Si es así este caballero la deleitará con un calentísimo relato inspirado en usted.
Pero te aviso, si mojas las bragas quiero que entres en el lavabo más cercano que tengas y te hagas una foto, quiero ver esa maravilla.

“Me desperté muy temprano, por la ventana de mi habitación no entraba luz de día.
Alargué mi mano y noté un cuerpo caliente junto al mío.
Con la palma de mi mano palpé cada centímetro de su caliente piel mientras notaba como mi miembro crecía a gran velocidad. Ella estaba de espaldas a mí con una postura un tanto en pompa. Palpé sus nalgas que parecían estar al rojo vivo y separé con delicadeza sus sabrosas posaderas hasta dejar a la vista su caliente sexo que palpitaba y mojaba las sabanas.
Al notar su excitación, supongo debida a algún sueño tórrido, aproveché para acercar mi polla e introducírsela suavemente sin despertarla, quería que su placer fuese extremo, mezcla de episodio onírico y realidad carnal.
Al notar mi polla bien hinchada entrar en su más absoluta intimidad soltó un gemido sordo, un gemido amortiguado por la almohada que babeaba desde hacía un buen rato.
Seguía dormida, o al menos eso parecía mientras entraba y salía mi polla de su coño empapado, primero suavemente para no despertarla, después salvajemente embistiendo mientras tiraba de ella con mis manos atenazando sus caderas.
El éxtasis no se hizo esperar y mi caliente semen inundo sus entrañas mientras yo intentaba no gritar demasiado para no despertarla.
Al sacar mi polla noté como mi semen salía a borbotones de su mojadísimo coño para mojar más si cabe las ya húmedas sabanas.
Al ver que no daba señales de consciencia decidí dormir y no molestarla más.
También es cierto que pensé que ya conociéndola como la conozco, lo más seguro es que fingiese el sueño para dejarme hacer con plena libertad lo que me viniese en gana con ella, siempre lo hacía, se entregaba a mí de una manera más que generosa e imaginativa, hacerse la dormida no era más que otro de sus juegos para poder vivir sus fantasías de caliente niña juguetona.
Desperté unas horas más tarde con una erección épica y volví a palpar la cama para iniciar el segundo asalto pero la expedición fue un fracaso. Ya no estaba a mi lado, la luz del día ya entraba por mi ventana y notaba que mi polla iba a reventar.
Pensé que igual había soñado todo lo ocurrido o que igual era otra de aquellas visitas exprés con las que solía regalarme alegrándome así la vida.
Sin pensar demasiado, ya que mi mente apenas había despertado, decidí agarrármela para masturbarme intensamente pensando en ella.
Mientras subía y bajaba mi mano imaginé que ella estaba conmigo, succionando y chupando dejando un hilo de saliva que unía mi polla a su boca.
Al final me volví a dormir pensando en ella, en su olor, en el calor de su cuerpo, en sus ojos mirándome fijamente diciéndome te quiero.
Dormí feliz pensando en ella y en lo mucho que yo la quería.
Ella tiene nombre, pero está prohibido desvelarlo, digamos que se llama Cassandra Noir, y ya forma parte de mi vida, y de mis fantasías más tórridas y ocultas”.
Cassandra – Que sepas que lo acabo de leer y me palpita todo.
Qué bueno, cariño. Más mojada no puedo estar.
Malasartes – Quiero esa foto en el lavabo
Cassandra – La tendrás
Malasartes – Eso espero
ASÍ A PLENA LUZ DEL DÍA

Malasartes – Tengo que salir un momento.
Cassandra – Vaya, ahora que iba a contarte algo.
Malasartes– Puedes hacerlo. Te leo en cinco minutos.
Cassandra – Pues resulta que ayer noche me acosté contigo, tal cual.
Malasartes – Quiero detalles.
Cassandra – Estaba yo en duermevela.. y me imaginé hablando contigo en una especie de sofá enorme.
Malasartes – Eso promete.
Cassandra – Entonces me puse algo juguetona y me senté encima tuyo mientras empezabas a hablar de algo muy trascendental que no recuerdo así que al hacer eso te quedas como cortado en plan vale le importa una mierda lo que le estoy contando.
Malasartes – ¿Como ibas vestida al sentarte sobre mí?
Cassandra – No lo recuerdo… sé que iba de negro… apretada seguro.
Malasartes – Seguro que era una falda súper corta y ceñidísima.
Cassandra – pero bueno, el hecho es, que al quedarte callado te pido q sigas contándome eso tan importante, te pongo cómodo tirándote hacia atrás… y mientras hablas me acerco a tu entrepierna… respirándote muy cerca para q notes el calor… y vuelves a quedarte callado.
Malasartes – Me estoy excitando solo de pensarlo
Cassandra – Vuelvo a pedirte que sigas hablando… mientras te desabrocho los pantalones…
No recuerdo bien pero debes llevar unos calzoncillos divertidos o algo porque me hacen reír… pero no es eso lo que me interesa. Vuelvo a respirárte… ahora más cerca de la piel y te estremeces. Y ahí es dónde me vuelvo un poco más loca… y empiezo a besarte… lamerte… comerte y tragarte…
Malasartes– Succionas toda mi esencia
Cassandra – Ahí me tiras del pelo hacía ti… y de un revolcón apareces encima de mí, no sé bien el paso pero de repente estás ahí… jugando conmigo igual que yo había hecho contigo…
Malasartes – Entonces yo recorro cada centímetro de tu piel haciendo que te estremezcas y gimas en susurros, mientras me arañas la espalda con extrema suavidad.
¿Y eso te lo dictaba tu subconsciente en sueños o era realmente un deseo?
Cassandra – Pues mira… creo que era una mezcla de subconsciente y deseo.
Sigo… llevo tanto rato excitada que al final te suplico que me folles…
Malasartes – Me encanta
Cassandra – Pero no acaba ahí
Malasartes – Sigue por favor
Cassandra – He sentido las embestidas… el sudor… las sensaciones. la música de fondo, el tacto, el calor de tu piel…
Malasartes – Maravilloso
Cassandra – La verdad que sí, porque no era un sueño cerdo rollo película porno, era simplemente excitante.
Malasartes – ¿Sensual e imaginativo? Así es como me gusta a mí, estoy muy excitado ahora mismo y no me puedo tocar, estoy en el trabajo.
Cassandra – Bueno… también lo estoy yo, y tampoco puedo…
Malasartes – Pero ten por seguro que si estuviese en casa me tocaría pensando en ti.
Cassandra – Eso me excita más, prefiero pensar que te guardaras las ganas para cuando llegues a casa y lo acabes haciendo.
Malasartes – Lo haré.
Cassandra – Eso me excita más.
Malasartes – Me encanta que me cuentes estas cosas.
Cassandra – ¿Si?
Malasartes – Si no me gustase sería un autentico idiota o estaría muerto del todo.
Confidencias solo para mí en las que soy el protagonista de tus fantasías sexuales.
Cassandra – Igual te incomodo.
Malasartes – Para nada.
Cassandra – Me dejas más tranquila, he sido muy osada pero… tenía que compartirlo.
Malasartes – Tu osadía me reconforta, nunca te cortes en contarme cosas.
Cassandra – ¿Sabes lo que más me gusta de todo esto? Que nunca te pasas, ni faltas el respeto. Siempre dejas que marque yo hasta donde hay que llegar, eso consigue que quiera seguir contándote cosas.
Malasartes – Nena, escuchando Chet Baker en los auriculares y leyéndote me transporto a lugares de otra época. Me haces sentir y viajar en el espacio tiempo. Me encantaría estar allí contigo.

Cassandra – ¿Sí? ¿Cuántos años tienes ahora mismo hablando conmigo? ¿Donde estas?
Malasartes – Tengo treinta y cinco años y estamos en un bar de Nueva York, uno de aquellos que tienes que bajar unas pocas escaleras para acceder a él, con una barra central en forma de U.
Cassandra – Me gusta.
Malasartes– Un tanto oscuro y decadente. De la calle llega el sonido de los coches pero en su interior se respira paz mezclada con algo de melancolía que estremece, Chet Baker sonando de fondo.
Cassandra – ¿Llevo algo rojo verdad? Lo veo…
Malasartes – Tú estás a mi lado tomándote a pequeños sorbos un Bourbon con hielo mientras me miras de reojo. Vas de negro y rojo y dejas ver tus preciosas piernas al sentarte junto a mí. Mis ojos se clavan en tus muslos y tú levantas una ceja. Me pides fuego y te lo ofrezco con mi flamante Ronson de plata.

Cassandra – Seguro me muerdo los labios… pensando en lo que podría pasar después de la copa…
Malasartes – Das una enorme bocanada al cigarrillo y me lanzas muy lentamente el humo a la cara. Te muerdes el labio inferior mientras juegas con el vaso haciendo sonar los cubitos de hielo. El tintineo hace que clave mis ojos en los tuyos y te diga; nena vayámonos de aquí.
Seguiremos con la historia?
Cassandra – Por supuesto…
Malasartes – Lo haremos, escríbeme siempre que quieras.
Cassandra – Y tú a mí.
Malasartes – Daremos rienda suelta a nuestras fantasías más ocultas
Cassandra – Seeeeep
Malasartes – Nena me encantas. ¿Te puedo decir algo?
Cassandra – Dime
Malasartes – Tengo ganas de verte
Cassandra – Yo también!
Malasartes – Tenemos buenos deseos entonces
Cassandra – Siempre
DÍAS DESPUÉS
Malasartes – “Das una enorme bocanada al cigarrillo y me lanzas muy lentamente el humo a la cara. Te muerdes el labio inferior mientras juegas con el vaso haciendo sonar los cubitos de hielo. El tintineo hace que clave mis ojos en los tuyos y te diga; nena vayámonos de aquí…”
Aquí lo dejamos la última vez… Sigo con la historia.
Salimos del bar y andamos calle abajo para dirigirnos a la parada de taxis, quería llegar al barrio de Queens, a un modesto pero encantador hotel que solía utilizar en estos casos, donde casuales encuentros con chicas muy atractivas, fresquísimas y un tanto sueltas terminaban en actos más que impúdicos.
Al entrar en el taxi dejó ver sus muslos bien enfundados en una medias negras con liguero, mi dedo recorrió desde su rodilla hasta mitad de muslo, noté que el taxista miraba por el retrovisor y disimulé. Me limité a observar a aquella maravillosa mujer durante el trayecto, pagué el taxi y entramos en el hall de mi hotel favorito.
Ya como era habitual me dieron las llaves de la habitación 54 sin mediar palabra, se abrieron las puertas del ascensor, entramos en él, al cerrarse las puertas ella se abalanzó sobre mí y empezó a lamerme el cuello.
Salimos del ascensor sin despegarnos, besándonos casi sin respirar, abrí la puerta como pude, entramos a trompicones y cerré la puerta con el pie, el resto del cuerpo lo tenía inmovilizado, la chica me tenía atenazado.
Al cerrarse la puerta la chica se arrodilló y me desabrochó los pantalones…
¿Sigo? O ¿sigues tú?
Cassandra – Ahí está… de rodillas y sin mediar palabra… solo mirándome, con unos ojos lujuriosos… está sedienta de mí… de mi sexo… me tira su aliento húmedo y entrecortado por la excitación por encima de mis calzoncillos… solo notar ese calor siento como si fuese a explotar de placer… con una sonrisa muy pícara me baja los calzoncillos y empieza a besar mi polla, mientras oigo pequeños gemidos… me fijo bien, se está tocando su mojado sexo mientras me la chupa… ( sigue)
Malasartes – Ver como acaricia su húmedo sexo mientras me la chupa con avidez es una imagen que se clava en mis retinas y en mi cerebro. Noto el calor de su boca en mi polla. Con su lengua repasa cada uno de los pliegues y recovecos de mi miembro, esta ya de muy buen tamaño y de un importante grosor.
Me mira con sus preciosos ojos y le digo; Sí nena, me encanta, eres la mejor y lo sabes. ¿Sigo o sigues?
Joder se me ha puesto dura solo escribiendo y leyéndote
Cassandra – Entonces al decirle eso… para. Se levanta y relame sus dedos, bien mojados… me besa y puedo sentir su sabor… me coge fuertemente de la polla, pero sin hacerme daño… ella sabe… anda delante de mi, no tengo mas remedio que seguirla, me tiene bien agarrado… me coloca delante de la cama y apretando mi dura polla me manda: Siéntate.
Malasartes – Me siento y ella vuelve a arrodillarse para seguir la faena, le encanta chupármela, se moja cada vez más mientras lo hace. Se introduce varios dedos mientras gime como una gata en celo. Mi excitación es extrema y solo pienso en poseérla, sentirme dentro de ella e inundarla con mi caliente semen, pero ella sigue chupando y me resulta casi imposible moverme, me gusta demasiado como lo hace y prefiero esperar. ¿Sigues?
Cassandra – Acaba de darse cuenta que frente a la cama hay una pared de espejo, mira hacia el reflejo y vuelve a sonreír pícara… me manda: túmbate cariño… me tumbo, me acomodo en medio de la cama… como una felina a 4 patas viene hacia mi, se sienta encima, pero aún quiere seguir jugando… no se la mete todavía, me hace sufrir… me besa, me acaricia con sus pezones, me va mojando con su sexo, la siento tan excitada a cada suspiro que me está haciendo enloquecer. Se para en mi pecho, muerde uno de mis pezones mientras juega con sus dedos con el otro… arrastra su lengua por mi cuerpo, yo miro el espejo, y de repente escupe en mi polla haciendo que deje de mirar el reflejo y me centre en ella… cuando la miro, me sonríe de nuevo y se la mete suavemente dentro gimiendo suavemente de placer..
Malasartes – Sigue chupando mientras me pellizca un pezón, ella sabe que me encanta. No sé si soportaré más rato recibiendo este lujurioso castigo, solo pienso en clavársela hasta lo más profundo de su ser, me obsesiono, no aguanto mas. La agarro de su larguísima melena y la traigo a la altura de mi cara, la como a besos mientras le acaricio sus erectos y durísimos pezones, se me escapa un fuerte pellizco y noto en mi boca como gime fuertemente mientras me besa.
Palpo su coño y noto que está mojadísima, le palpita y veo que sus ojos parecen estar en otro mundo. Agarro mi polla y la dirijo para ensartarla, para clavársela.
Cassandra – Entre gemidos me lo pide, noto sus ganas de sentirme: Fóllame… en ese momento me invade un atisbo de locura. La agarro, la giro, aprieto su cuello contra la almohada, y le susurro: te deseo…
con las dos manos me aprieta hacia ella, tengo su coño delante, su culo… ella sometida, con mi mano aún en su cuello para que no pueda girarse… la suelto y se la meto fuertemente, embistiendo, agarrándola de sus caderas para darle más fuerte… Se ha vuelto loca de placer… No puede estar más excitada y mojada… Joder como le gusta sentirme… A cada embestida gira su cabeza y me mira a los ojos… Me toca cariño… Me aparta de ella y me tumba en la cama, se pone de espaldas a mi y se la mete de nuevo… joder, que caliente y mojado… Empieza a subir y bajar suavemente y me pide que mire el reflejo… Veo mi polla entrando y saliendo de ella… y como se está masturbando…
Malasartes – Te imagino como escribes y te veo sonrojada y con el sexo mojado. Me encanta tu imaginación y como escribes. Mejor no sigamos que esto se me hace insoportable y tendré que ir al baño a hacerme una paja.
Cassandra – Estoy ardiendo
Malasartes – Te follaría ahora mismo aquí sobre la mesa
Cassandra – Joder, me encantaría, estoy súper cachonda.
Malasartes – Con dureza y chillando como un animal. Te deseo aquí con tu coño bien mojado sobre mi mesa para saborearlo y oír tus gemidos de placer mientras aprietas mi cabeza con tus muslos
Cassandra – Joder, creo que me tengo que tocar y correrme un poco.
Malasartes – Te deseo mucho
Cassandra – Me va a reventar
Malasartes – Hazlo cariño y piensa que te estoy follando mientras te tocas. Quiero foto de tus tocamientos
Cassandra – Joder ni lo dudes
Voy tan salido que le envío una foto de mi polla.
Cassandra – Joder cariño eso está para comérselo
Ella al cabo de un rato también me envía fotos de sus tocamientos, fotos muy húmedas.
Cassandra – Así es como me pones cariño.
Malasartes – Que maravilla de mujer, me encanta que me digas estas cosas.
Cassandra – Es que me has puesto a cien mil
Malasartes – Y tú a mí cariño
LO QUE PUDO HABER SIDO Y NO FUE
Desde que escribí Max, una historia de los ochenta, no he vuelto a escribir nada subido de tono pero esta vez creo que se lo merece, sobre todo si te lo pide una preciosa mujer en un momento de sinceridad y tal vez calentura.
EL OTRO DÍA
Cassandra – No sé porque, ni como, ni cuando… peeeero esta noche la hemos pasado en grande, follisqueando toda la noche. En sueños, claro, pero ahí estabas. Muyyyy húmedo todo
Malasartes – Oleadas de humedad. Eso es muy bonito y me alaga que aunque sea subconscientemente me desees y me folles durante toda la noche. Es lo más bonito que me ha pasado últimamente aunque no me haya enterado de nada.
Espero que fuese en una bonita cabaña de madera en medio del bosque, tú y yo solos, entregados al desenfreno de la lujuria sin límites y disfrutando como locos de nuestros cuerpos y nuestros deseos más profundos. Me encantaaaaaaaaa!!!
Pensaré en ello e intentare revivirlo en mi mente imaginándome tu preciosa cara mirándome a los ojos mientras mueres de placer.
Solo de escribirte y pensarlo me excito. Tendré que tocarme pensando en ello.
Cassandra – Joder, me has puesto a 100, menuda prosa poética. Cuéntame más tarde.
Malasartes – Hecho.
HOY
Cassandra – hi! Al final no me contaste… Mal muy mal este abandono telefónico…
Malasartes – Te envió el relato ya, no te asustes, espero que te guste, que te excites, y si es así que me lo cuentes, como, cuando y de que manera. Lo espero con autentica ansia.
De pura excitación caigo como en una especie de sueño, quizás la sangre ya no me llega a la cabeza, estará toda donde tú y yo sabemos.
A mi mente vienen escenas de los dos en una cabaña de madera en medio del bosque, fuera arboles cubiertos de nieve, dentro una chimenea con una manta y unos cuantos cojines desparramados por el suelo. Sí es una escena un tanto típica pero efectiva, el sueño de todo hombre que se precie sobre todo si sobre esa manta hay una mujer desnuda esperando cariño y muchas caricias.
Mientras, estimulo mi erecto miembro con movimientos cadenciales, arriba, abajo, arriba, abajo, pienso en la imaginaria escena de la cabaña y caigo en un profundo sueño.
Realmente no sé si es un sueño o estoy en esa vigilia donde no disciernes y no sabes dónde estás, será por la dichosa sangre que anda toda trabajando para mantener la erección.
Estoy tumbado de lado y noto como alguien me abraza por detrás, noto el calor de su cuerpo y sus duros pezones acariciándome la espalda. Sus manos se deslizan por mi pecho pellizcándome de vez en cuando los pezones mientras con su lengua explora mis orejas y mi cuello. No habla, solo me jadea al oído mientras me lame. Por su olor y sus caricias sé que eres tú. Justo la persona que deseaba desde hacia tiempo, la que se me escapó por los pelos por no ser atrevido y por tú no ser decidida, si me lo hubieses propuesto o si me hubieses dado alguna señal algo descarada, como un guiño de ojo o una caricia con tu pie por debajo de la mesa. Mientras pienso en la ocasión perdida noto como una de tus manos baja lentamente por mi pecho, sigue por mi barriga y agarra mi durísima polla con suavidad pero con firmeza. Mientras me la coges con fuerza tu lengua sigue lamiendo y mordisqueando mi cuello.
Me encanta lo que me haces no puedo resistirme, quiero más y me pongo boca arriba para poder ver tus preciosos ojos y tu caliente cuerpo.
Continúas apretándome la polla con un lento movimiento de abajo a arriba y la noto cada vez más dura, noto el calor de tu otra mano esta vez acariciándome los huevos. La sensación es maravillosa, me dejo hacer, me entrego a ti, soy tu juguete y tú juegas conmigo sin ningún tipo de compasión.
Sigues con tus dos manos ocupadas mientras me muerdes dulcemente un pezón y le das lametazos al sentirlo duro.
No dejo de pensar en una cosa, en algo que se convierte en obsesión, en que tu lengua baje por mi pecho, pasando por mi barriga para llegar donde tus manos están aferradas, y así es. Bajas y acaricias mi polla con los labios y la lengua, muy lentamente mientras tus manos continúan jugando con ella. Mi polla cada vez está más dura y esta vez la obsesión no es otra que notar mi polla dentro de tu boca. Me lees el pensamiento, siempre haces lo que deseo en el justo momento, somos como una maquina sexual bien engrasada y compenetrada. Te la metes en la boca casi cerrada para que tus labios noten las curvas de mi capullo.
Succionando solo la punta contorneando con los labios la punta de mi polla que está a punto de estallar y dejarlo todo perdido.
Continúas chupando pero esta vez te la metes en la boca hasta el fondo, yo acaricio tu entrepierna y noto que la tienes totalmente empapada, mi mano resbala al intentar tocarte, la humedad es extrema y mi impulso es bajar a explorar tan húmedo lugar. Empotro mi cara contra tu coño y empiezo a lamer con firmeza pero con mucha delicadeza, te gusta pero no quieres dejar tu juguete. Cambias de posición para poder chuparme la polla mientras yo te como tu mojado y exquisito coño. Nuestros jadeos inundan la cabaña, llegan hasta el bosque asustando a las alimañas nocturnas con nuestros gritos de placer.

Largo rato estuvimos explorando nuestros sexos con nuestras lenguas. Mi obsesión cambió, esta vez quería notar mi polla dentro de ti, quería poseerte, entrar en ti, empotrarte como si no existiera un mañana. Poseerte con violenta pasión mientras me arañas la espalda a cada embestida.
Al rato cambiamos de posición, esta vez tú estás encima. Veo tu cara a contra luz, el fuego hace que estés sonrojada, estás preciosa mientras te muerdes el labio y me miras con cara de vicio.
La visión es de lo más alucinante, si realmente es un sueño no quiero despertar, quiero seguir así hasta el infinito viendo esa maravilla y notando mi polla dentro de ti con esos movimientos que solo tú sabes hacer y que a mi tanto me gustan. Quiero explotar dentro de ti y quiero que te corras en ese justo momento. Vivir el mismo indescriptible placer al mismo tiempo, notar tu celestial líquido en mi entrepierna mientras inundo tu coño en un éxtasis de lujuria total.
Te dejas caer sobre mí y nos abrazamos mojados de sudor y todo tipo de fluidos corporales. Permanecemos así hasta quedarnos dormidos, tú sobre mí y yo sin dejar de abrazarte y acariciarte la espalda. Caes en un profundo sueño, muy profundo y placentero. Yo también caigo en un profundo sueño mientras admiro tu preciosa cara sobre mi pecho y noto tu mojado cuerpo sobre el mío.
No sé cuanto rato estuvimos durmiendo pero me desperté. Ya no estabas encima de mí, ni rastro de chimenea ni de cabaña. Estaba solo en mi solitario cuarto, solo como siempre.
Fue un sueño de lo más real y excitante. Lastima que no fue real, fue una simple masturbación, pero eso sí, pensando en ella. Uno de esos sueños que tienes cuando te duermes después de correrte pensando en una maravillosa mujer, en una mujer que dice haber soñado algo parecido siendo tú el protagonista.