Hubo una época en que la ciudad estaba plagada de cines donde las familias disfrutaban de estrenos de fama internacional, en grandes salas que se parecían más a teatros de lujo que al primer cinematógrafo de los hermanos Napoleón, donde proyectaban películas de cine mudo en La Rambla a finales del siglo XIX.
Antes de la llegada de los videoclubs a la ciudad, el número de salas era impresionante, tanto que aparte de las salas de estreno ubicadas en grandes avenidas también había cines de barrio donde podían verse películas de reestreno a doble sesión y sin interrupción.
Cada barrio tenía una sala de reestreno como mínimo, donde muchos domingos acudía toda la familia con una gran bolsa llena de bocadillos envueltos en papel de periódico, refrescos en botella de cristal y fruta. Era un ritual dominical parecido al de los picnics en la montaña pero algo más intimo en la oscuridad y el silencio de un cine barrio.
Recuerdo ver el cine Hora ya cerrado cuando pasaba por el Paral.lel, al lado de las tres chimeneas. Se dice que por el patio de butacas del cine, corrían ratas grandes como conejos y dice la leyenda urbana que más de un cliente fue mordido por algún enorme roedor.
Durante largos años mantuvo expuesto en su fachada el cartel de las última película que proyectaron, Los tres Supermanes en el Oeste, cartel que estuvo hasta que derrumbaron el ruinoso cine.
También recuerdo en mi infancia haber ido a cines de parroquia, uno de ellos era el de Santa Madrona, donde con veinticinco pesetas pagabas la entrada, te comprabas una Coca-cola de botella y cinco bolsas de pipas donde se veía a Sancho Panza y Don Quijote impresos en amarillo sobre la bolsa. Creo que sobra decir que las cascaras de las pipas iban todas a parar al suelo donde resultaba difícil caminar por el palmo de profundidad que alcanzaban.
Hubo una época que en la Barceloneta existían dos cines de reestreno, uno era el Cine Marina de la calle Ginebra nº 5, inaugurado en 1916 y donde llegó a actuar Imperio Argentina en 1947. El otro era el Cine Barcino, ubicado en la calle Maquinista, inaugurado en 1964 y cerrado en 1981 tras largos años de decadencia.
Sería bonito volver a tener este tipo de cines en el barrio para poder ver películas en pantalla grande sin necesidad de ir a las odiosas multisalas de los centros comerciales.

14 CINE DE BARRIO (FEB2019)