Cuando en Barcelona éramos franceses

Imperio napoleónico

Es una etapa de la historia que muchos intentan borrar o pasar de puntillas tan silenciosamente que muchas personas la desconocen. Algo parecido a lo que hacen con los ochocientos años de dominación musulmana de la península que nunca profundizan y la saltan como si de ocho meses se tratara. Más o menos como los ochenta años que Barcelona pasó a llamarse Medina Barsiluna, podría ser por lo poco que hicieron y el cero legado que dejaron en Barcelona, aparte de saquear, ahogar a la población a impuestos y quemar la ciudad en varias ocasiones…
La mayoría de españoles piensa que Cataluña siempre formó parte de España, y que en época de Napoleón, Cataluña seguía siendo parte de aquel país ocupado por las topas napoleónicas. Nada más lejos de la realidad, de hecho en las Cortes de Cádiz poco caso hicieron a los enviados catalanes, más bien los trataron como si llegasen de un país extraño que no formaba parte de España.
Cuando las tropas Napoleónicas atravesaron los Pirineos y llegaron a Barcelona su intención no era la de someterla a los mandatos de Pepe Botella, sino directamente de Napoleón, pasando a ser de facto territorio anexionado a Francia, no como el resto del país.

¿Pero todos conocemos al general Giuseppe Lechi, responsable de la represión en Barcelona, o que Cataluña fue anexionada a Francia?

No era la primera vez que los territorios catalanes estaban vinculados a los Francos, mil años antes Cataluña también formo parte del imperio de Carlo Magno, aunque por entonces no existiera la Francia que conocemos en la actualidad.
Napoleón dividió Cataluña en cuatro provincias administrativas, estas eran; Montserrat, Sègre, Gérone y Bouches de l´Èbre, las cuatro dependientes del gobierno de París.

Napoleón no se esperaba tanta resistencia por parte de los catalanes y al encontrarse con el clima de guerra e insurrección popular en la calles de Barcelona decidió nombrar como jefe de policía al mando de la represión al general Giuseppe Lechi, éste se instaló en el Palau Sessa-Larrard, en el 28 del Carrer Ample.

El general Lechi y sus soldados eran conocidos por todos como simples delincuentes que se dedicaban a matar y saquear todo lo que les venía en gana.
Se desplazaban a poblaciones cercanas para saquear y después vender el botín en los mercados de Barcelona.
El general gobernó con mano de hierro y reprimió las innumerables revueltas de los Barceloneses gracias a la inestimable ayuda del comisario Ramón Casanovas y su equipo de traidores confidentes, estos detenían aleatoriamente a ciudadanos que encarcelaban, torturaban y fusilaban en la Ciutadella.
Dichas acciones solo sirvieron para que las gentes de Barcelona odiase profundamente cada día más a Napoleón y a sus tropas invasoras.

Cuando las prostitutas se afrancesaron

El general Lechi tenía una amante conocida por el pueblo como Madama la Ruga, y se hizo popular por pasar el día asomada al balcón mostrando un más que generoso escote en el que casi mostraba la totalidad de sus enormes y voluminosos pechos. Los transeúntes masculinos al pasar frente al balcón aprovechaban para disimular haciendo ver que se ataban los cordones de los zapatos y así poder deleitar la vista con tan generosa dama.

Madame francesa del siglo XIX

Tan popular se hizo su nombre que muchas prostitutas barcelonesas afrancesaron sus nombres; la Madama, la Gabacha, la Garçona, la Caporala o la Marechala.
Se supone que fue entonces cuando empezó a usarse el nombre de Madame en el sector de la prostitución.
Los barceloneses se alzaron varias veces contra los franceses y al final consiguieron que el general Lechhi fuese destituido del cargo.
Tras el paso por el cargo de varias personalidades francesas llegó el General David Maurice Joseph Mathieu, nombrado gobernador militar de la ciudad y responsable de la destrucción del antiguo monasterio de Montserrat. En esa época también se saqueó el monasterio de Santa María de Ripoll y se profanaron las tumbas de Guifré el Pelós, Ramón Berenguer III y  Ramón Berenguer IV.  
El despacho de Mathieu, siempre estaba lleno de  mujeres solicitando clemencia para sus familiares encarcelados. Se dice que el nuevo general sentía una enfermiza debilidad por las mujeres y sus generosos escotes. El depravado general se dedicaba a encarcelar a los maridos de las mujeres más hermosas para obtener así sus favores sexuales.
Los ilustrados afrancesados de Barcelona se esperaban una mejor sociedad con Napoleón, pero al final se dieron cuenta que lo único que hizo al anexionar Cataluña a Francia fue traer más corrupción y represión.
Se pudo respirar de nuevo cuando las tropas británicas al mando del general Sarsfield desfilaron por el Carrer Ample, liberando la ciudad de la represión francesa.
Los aires nuevos y el bienestar como siempre poco duraron. Tras Napoleón, llego otro déspota de la misma categoría que el francés.
Fernando VII fue el nuevo rey de las Españas, y Cataluña dejo de ser Francia para volver a formar parte de una España que andaba en pañales, al igual que la mayoría de países europeos. Fue entonces cuando empezaron a formarse los países tal como los conocemos actualmente.