EL NEGRE DE BANYOLES

El cuerpo disecado de un guerrero bosquimano, el Negro de Banyoles, fue exhibido dentro de una vitrina durante ochenta y ocho años en el museo Darder de Banyoles.
El Negro de Banyoles fue centro de polémica en la Cataluña preolímpica e hizo peligrar la celebración de los juegos olímpicos de Barcelona 92.
La historia del Negro de Banyoles comienza en 1830 cuando los hermanos Verraux viajan a África. Allí son testigos del entierro de un cuerpo que al rato ellos desentierran. El cuerpo es de un hombre negro enterrado por una tribu nómada en Botsuana. Los dos hermanos franceses eran taxidermistas, y como algo muy normal para ellos y la época, decidieron disecarlo como si del cadáver de un animal muerto se tratase.
En el siglo XIX muchos europeos pensaban que los africanos no eran mucho más que animales. Eran maltratados y obligados a trabajar a cambio de poco o nada. Vivían en un régimen de esclavitud nada digno para ningún ser humano o animal.
Algunas familias africanas fueron mostradas de ciudad en ciudad por toda Europa en zoos humanos.
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Los hermanos Verraux, después de disecar el cuerpo, lo pusieron de pie sobre un pedestal y lo embarcaron hacia Europa. El cadáver fue expuesto por primera vez en París en 1831.
Después de casi cien años deambulando por Europa, el cuerpo disecado llegó a manos de Francesc Darder, veterinario, taxidermista y primer director del zoo de Barcelona.
Darder compró la colección de animales salvajes del banquero Lluís Martí-Codolar para exhibirlos en las nuevas instalaciones del zoo de Barcelona.
Dentro de la colección había un enorme elefante, el paquidermo se llamaba Baby, pero los barceloneses, al pronunciar el nombre en catalán les sonaba Avi, abuelo en castellano. Así es como el primer elefante del zoo pasó de llamarse Baby a Avi.

El plan de Darder era convertir al elefante en la atracción principal del Zoo de Barcelona. Para eso tenía que convencer al ayuntamiento para utilizar algún pabellón vació de la exposición universal de 1888.
Francesc Darder ya había traído en barco a cinco camellos desde Argel y prometía traer un león, una jirafa y un gorila. Rediseñó y decoró con sus propias manos los pabellones para que los animales tuviesen unas estancias más espaciosas.
Darder era considerado por los miembros de la academia de ciencias de Barcelona como un excéntrico advenedizo. No les gustaba que Darder se dedicase a coleccionar animales disecados adquiridos en mercados de dudosa reputación.
Las piezas adquiridas las exhibía en un terrorífico museo de curiosidades en la parte superior del café Novedades de la calle Casp, cerca del paseo de gracia de Barcelona.
Los miembros de la academia consiguieron por fin desacreditarlo y echarlo de su cargo de director del zoo. Lo odiaban tanto que incluso consiguieron borrar su nombre de las actas de su propia fundación.
Desilusionado y enfermo de gota decide retirarse en Banyoles, población a la que está agradecido por haberlo nombrado hijo adoptivo.

Darder traslada su colección a Banyoles y nadie se extraña de que la pieza Nº1004 del catalogo fuese un ser humano disecado y colocado en un pedestal ataviado con vestimentas de guerra.
En la chapa de la vitrina solo ponía Bosquimano, o quizá Bechuana del Kalahari.
En 1912 el Negro llega a Banyoles, donde se le fabrica una vitrina para poderlo mostrar con todo su esplendor.
El guerrero bosquimano encontró en el museo Darder su último hogar. Allí pasó ochenta y ocho años dentro de su vitrina.
El museo a principios de siglo XX era un centro didáctico para personas que no viajaban por el mundo o no leían sobre el tema. En el último cuarto del siglo XX, tener un ser humano disecado y expuesto en una vitrina ya no era tan didáctico, ni moralmente bien visto.

MUSEO DARDER DE BANYOLES

El negro de Banyoles fue visitado con toda naturalidad y normalidad hasta que en 1991 un medico de origen haitiano llamado Alphonse Arcelin, envió una carta al alcalde de Banyoles exigiendo la retirada del cadáver de la exposición y la repatriación del cuerpo a su país de origen.

La carta llegó al alcalde pero no hizo el menor caso. Hasta que la prensa de la época se hizo eco del caso. La carta de Arcelin salió publicada en la prensa y enseguida empezó la polémica.
Al año siguiente se celebraban las olimpiadas en Barcelona y Bañolas era subsede de remo. Algunos, por no decir todos los países africanos, amenazaron con boicotear los juegos olímpicos si no se retiraba el cadáver del museo.
El museo que solo conocían los vecinos y poca gente más, pasó a ser famoso a nivel mundial.

La Unesco y la ONU, tomaron cartas en el asunto y el negro de Banyoles fue retirado de la sala de exposiciones.
El cadáver disecado permaneció en el almacén del museo hasta el año 2000 en que fue repatriado.
El féretro llegó a Botsuana y fue recibido con honores de jefe de estado.

Fue enterrado en Gaborone, capital de Botsuana, en el parque de Tsholofelo.
El bosquimano que empezó su aventura europea en 1830 por fin volvía a su tierra y le era devuelta su dignidad.

Hoy después de 186 años de su muerte y de tanta polémica, descansa en paz en su tumba.
Una tumba descuidada y rodeada de malas hierbas que los jóvenes usan como banderín de córner cuando juegan en el parque sus partidos de fútbol.


Pasados dieciséis años del solemne sepelio en Gaborone se abre un nuevo capítulo de la historia del Negro de Banyoles.
Hace dieciocho años, tres escultores realizaron un molde de silicona del cadáver.

Los moldes permanecen celosamente guardados en los almacenes del museo. Los tres escultores están dispuestos a realizar una estatua en bronce para ubicarla en algún lugar destacado de Banyoles a modo de homenaje. Bonita y entrañable empresa para recuperar la memoria de tan querido personaje para los niños de la zona.
El que un día fue enterrado anónimamente y, cientosetenta años después fue vuelto a enterrar con honores de jefe de estado. Esta vez como una autoridad de fama mundial.
El Negro de Banyoles aparte de toda la polémica suscitada, era muy querido en toda la comarca. En las fiestas de la localidad estaba representado por un Capgròs, y en navidad era un invitado de honor a modo de Caganer en los pesebres de los niños del pueblo.