El fenómeno fans nos tocó vivirlo de muy jóvenes y nos jodía sobremanera. Sobre todo por la vehemente e histérica manera de adorar a sus ídolos por parte de nuestras amiguitas que ya apuntaban maneras de futuras jamonas.
Los chicos de mi barrio elegimos el camino más duro y roquero en contraposición a la afición y atracción, más física que musical, de nuestras amiguitas hacia personajes como Leif Garrett, Pedro Marín, Iván, Los Pecos, Gonzalo o Miguel Bose.
A medio camino entre ambos bandos existía una banda de rock and roll llamada Tequila que tanto era escuchada por algún roquero sin prejuicios, como por histéricas fans que aparte de escuchar sus discos empapelaban su adolescentes habitaciones con posters de los susodichos.
Tequila estuvo integrada por dos argentinos: Alejo Stivel (vocalista) y Ariel Rot (guitarrista) y tres españoles: Julián Infante (guitarrista), Felipe Lipe (bajista) y Manolo Iglesias (batería).

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A Tequila los odiábamos a muerte, para nosotros eran unas estrellas prefabricadas e idolatradas por las niñas del barrio, no los considerábamos roqueros, más que nada por su imagen de producto discográfico hecho a medida por la industria subdesarrollada de la época.
Lo que acabó de hundir su imagen para mí fue un encuentro con ellos en mi local de ensayo, correría el año 1981 más o menos.
Una tarde mientras ensayábamos, a saber que bodrio de canción, se abrió la puerta del local y apareció un tipo con dos chicos y nos hizo parar. El tipo en cuestión era Sergio Makaroff y reclamaba el local como suyo, alegaba que estando de gira, alguien sin poderes para hacerlo nos alquiló el local a nosotros, y Makaroff nos dijo que teníamos que desalojarlo inmediatamente. Por supuesto casi llegamos a las manos entre gritos y amenazas mientras Alejo Stivel y Ariél Rot intentaban tranquilizarnos desde el sofá fumando aceite de kif e invitándonos a fumar para bajar el tono de la descomunal riña.
En aquel momento los asocié al que nos quería echar del local y los odié a muerte, pero pasados los años y recordando su actitud conciliadora y fumeta los recuerdo con cariño por no entrar a saco en la disputa.
Por cierto en esos mismos locales de la calle Aldana también ensayaban personajes como Loquillo con el que también tuvimos algún que otro encontronazo por el excesivo volumen que gastábamos teniéndolo a él de vecino. El tonto del culo aparecía de vez en cuando por la puerta y nos decía; podéis bajar el volumen y por supuesto le contestábamos; NO!! Qué te pires de aquí.
Volviendo al hilo, que me voy más por las ramas que Tarzán, hace muy poco me dio por escuchar el disco Rock & Roll de Tequila y mi sorpresa fue mayúscula al darme cuenta de la calidad a nivel de composición, así como de grabación y producción.

Para intentar reparar el daño por negarlos durante décadas me informé sobre la vida de la banda y todavía me interesan más aunque yo siempre haya sido de Burning y Leño.
Por lo visto después de tener grandes éxitos y de triunfar a lo grande decidieron separase en 1982 por desavenencias entre los miembros del grupo, se dice que debido al caballo que corría por sus venas.
De los cinco componentes de la banda dos murieron años más tarde a consecuencia del VIH mientras los otros tres luchaban por dejar la heroína.
Una bonita historia para llevarla al cine como se hizo con Parchís.
Desde Ya, respect total por ellos.