NOTA DEL AUTOR
Contactar vía chat con una chica que has conocido trabajando, al principio resulta un tanto extraño y la cosa no funciona como uno desearía, pero ya pasadas las típicas conversaciones insulsas, la cosa empieza a ponerse más interesante de lo que uno se espera.
No es de caballeros copiar y pegar lo que uno habla por chat con una señorita pero la ocasión lo merece. Vale la pena guardar el documento ya que la chica escribe realmente bien y es muy excitante como se expresa. Releer todo lo que nos dijimos hace ya un tiempo y descubrir poco a poco que la chica estaba, más o menos, interesada en mí, es y fue todo un placer que la distancia y alguna que otra cosa más, no dejaron que llegase a buen término.
Por el título de la novela supongo que llegaréis a preguntaros qué demonios hacen dos personas chateando, y tendréis razón.
Sí, en la década de los ochenta no existía este tipo de inventos, pero he querido incluirlo en la novela ya que fue lo que me impulsó a ponerme delante del teclado para plasmar lo que la memoria me iba dictando.
La conversación que corto y pego en estas primeras páginas es el que me inspiró a seguir escribiendo la novela; y digo seguir porque de hecho la comencé hace un par de años en una nota de Facebook llamada “Un beso robado” que solo quedó en eso, en una nota que permanece perdida en algún rincón de internet.
En la novela encontraréis mucho sexo pero también muchas otras cosas. El protagonista de la novela, a parte de encamarse con la mayoría de chicas que se le ponen por delante, se mueve como pez en el agua en cualquier ambiente por el que se adentra de la dura y oscura Barcelona de principios de la década de los ochenta.

Jordi Fernández Ramos
Barcelona, enero del 2015