Muchas personas que por desgracia fueron adoctrinadas por profesores mesetarios nacionalistas, siguen pensando que el catalán es un dialecto del castellano.
Los maestros de las españas, hasta hace bien poquito así enseñaban a las niñas y niños, también enseñaban a sus alumnos que Cataluña nunca fue un reino, que solo era una provincia del reino de Aragón, borrando así de un plumazo dos señas de identidad de una zona de su querida España. Nunca entenderé el interés de dichos profesores facciosos por la historia de Cataluña, no entiendo ese odio ancestral heredado desde hace siglos. Actualmente lo vemos en la política en presidentes de otras comunidades autónomas con carné de catalanofobia.
El catalán es una lengua al igual que lo es el eusquera, el gallego, el castellano, y el Aranés, ninguno de ellos es dialecto del otro. Todos ellos provienen del latín y son leguas oficiales dentro del estado español.

Cataluña no era una provincia de Aragón. Jamás, ni un sólo día a lo largo de la historia formó parte de Aragón. Se aprovechó durante siglos la confusión entre la corona y el reino, cosa que se sigue haciendo para menospreciar todo lo que concierne a la historia de Cataluña.
El conde soberano de todos los condados catalanes pero denominado conde de Barcelona Ramón Berenguer IV se casó con Petronila de Aragón.
Gracias a la ayuda que el conde prestó a Ramiro II de Aragón en la guerra contra Alfonso VII de León, Ramiro II le ofreció al conde de Barcelona a su hija Petronila, de un año de edad, en matrimonio.
De este matrimonio nació el primer miembro del casal de Barcelona que fue rey de Aragón y conde de Barcelona, así como el soberano de la Corona catalanoaragonesa.
Alfons II (el Cast) en 1166 fue el primer monarca que unió los títulos de rey de Aragón y conde de Barcelona: «Ego Ildefonsus, Dei gratia rex Aragonensium et comes Barchinonensium» Esta dignidad fue heredada por sus sucesores a lo largo de la historia.
Cataluña nunca fue una provincia de Aragón. Si realmente Cataluña y el resto de territorios hubiesen sido meras provincia del reino de Aragón, en documentos y en piedras como la conmemorativas de la catedral de Barcelona se tendría que leer simplemente «Alfonso, Rey de Aragón», en lugar de «Rey de Aragón, Valencia, Cerdeña, Córcega y Conde de Barcelona».

Algo parecido ocurre con los reyes católicos, que muchos piensan que fueron los primeros reyes de España, cuando en realidad eran reyes de unos territorios totalmente independientes.
Si fuese tal como cuentan, los reyes católicos firmarían simplemente como «Reyes de España» en lugar de la tediosa manera en que lo hacían, que no era otra que la siguiente:
«Don Fernando e Doña Ysabel por la gracia de dios Rey e Reyna de Castilla, de León, de Aragón, de Secilia, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galizia, de Mallorcas, de Sebilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar e de las yslas de Canaria, condes de Barcelona, señores de Vizcaya e de Molina, duques de Atenas e de Neopatria, condes de Rosellón e de Cerdañía, marqueses de Oristán e de Gociano»

El reino de Aragón era lo que actualmente es la Comunidad Autónoma de Aragón, es decir, igual que en su última época de reino independiente, con las provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel. Aragón en anteriores épocas fue un pequeño condado similar al de sus vecinos catalanes, el condado de Aragón, embrión de lo que después fue el reino de Aragón.
La corona de Aragón que tanto les gusta decir, para mí y para muchos, es la corona Catalanoaragonesa, ya que con la boda de Ramón Berenguer IV y Petronila se unieron las dos casas pero no los territorios que continuaban independientes el uno del otro. Por lo tanto Corona Catalanoaragonesa, guste o no guste.

Cierto es que por tierras catalanas nunca hubo reyes ni se les esperaba. El que era rey de Valencia, Mallorca, Aragón, y de unos cuantos territorios a lo largo y ancho del Mediterráneo, en Cataluña era conde, el conde de Barcelona, soberano de todos los condados catalanes heredados del imperio carolingio.
¿Y que diferencia hay entre el reino de Aragón y la corona de Aragón?
Es la confusión que siempre ha existido y que tanto han fomentado y aprovechado los aragoneses para sacar pecho, y para los castellanos para menospreciar a los catalanes como siempre han hecho desde tiempos inmemoriales.
La Corona era un conjunto de territorios que tenían el mismo rey a modo de Commonwealth, en que el soberano inglés es rey de todos, pero los países son independientes.
Creo que todo el mundo sabe que Australia y Canadá son países soberanos e independientes, no forman parte del Reino Unido, aunque su reina sea la misma, ni que Inglaterra, País de Gales, Escocia e Irlanda del Norte sean naciones independientes aunque compartan rey o reina. El Reino Unido es un estado que lo forman cuatro naciones.
Pues bien, la Corona era algo similar, eran territorios independientes que compartían rey pero que tenían sus propias leyes, fueros y moneda.

Los reyes en muchas ocasiones establecían su corte en Barcelona, Valencia o Zaragoza, pero por muy reyes que fuesen al vivir en Barcelona el tratamiento legal era el de conde de Barcelona.
Cataluña nunca fue reino, lo cuál no significa nada en absoluto, al fin y al cabo los reyes de los territorios vecinos se auto proclamaron y coronaron por la gracia de Dios y de sus santos cojonazos, o por que heredaron el titulo de su padre que quizá era el rey vecino. Eran cosas de reyezuelos a los que actualmente se les da mucha importancia por ser los primeros de algún reino.
Para muestra y ejemplo dejo el link de una interesante web donde cuentan como el primer rey de Aragón pasó de conde a rey casi por arte de magia. Haz click en el siguiente dibujo para conocer tan interesante historia.

Sólo hay que ver al primer rey de Portugal, que siendo conde traicionó a sus aliados de la orden del Temple, es decir a los caballeros templarios a los que pidió ayuda para robar territorio a los musulmanes, para después traicionarlos y auto proclamarse, y coronarse rey de Portugal él sólito por la gracia de Dios.
La historia es una peligrosa arma arrojadiza cuando cae en manos de nacionalista y supremacistas de extrema derecha, que piensan que ellos no son nacionalistas, que los nacionalistas son catalanes y vascos. Para mí simplemente son patriotas de un país que apenas tiene unos cientos de años, desde el siglo XVIII, al igual que la mayoría de países de Europa.
Son tan patriotas e ignorantes que al referirse al emperador Carlos le llaman Carlos V en vez de Carlos I. El emperador era V pero no de Alemania, era del Sacro Imperio romano germánico, es decir, de una Alemania que aún no existía… El emperador era Primero también de una España que tampoco existia en aquella época.
¿Y qué decir de El Cid y Don Pelayo? Pues que son dos figuras de la historia castellana y Astúr que los nacionalistas españoles se han hecho suyas. Personajes que en aquellos siglos no tenían ni idea de lo que conocemos hoy como España.
Toda esta parrafada viene a colación de un artículo que leí no hace mucho, un artículo que me abrió las ganas de contar un poquito de esa historia que a los nacionalistas españoles tanto les gusta manipular en beneficio propio.
Estoy muy de acuerdo y me parece muy interesante lo que en él se cuenta.
Y es que no me cansaré nunca de decirlo, el nacionalismo no es bueno para los historiadores, ese sentimiento los hace no ser imparciales, y no ver los acontecimientos con claridad, ya que siempre intentan barrer para casa.

Artículo «Del fanatismo a la incomprensión» de Vicente Ballester Gil.
Días atrás me respondía una persona a una afirmación mía de que en España existe el nacionalismo castellano: «¿Nacionalismo castellano?, ¿de dónde sales tú?», decía, como si en España solo existiesen el nacionalismo catalán y el vasco. Hoy veo que dos amigos míos comparten en Facebook un mapa con la pregunta: ¿Y dónde dices que está el Reino de Cataluña?, como queriendo afirmar que Cataluña siempre ha sido una provincia de Aragón, y por lo tanto los catalanes no tienen ningún derecho histórico para decidir su independencia.
Yo soy antinacionalista por convencimiento. Odio cualquier clase de nacionalismo, también los nacionalismos de las patrias chicas. Cualquier nacionalismo solo nos ha traído guerras, odio entre los pueblos y miseria, lo mismo que las religiones. Amo a la tierra que me vio nacer, pero no la idolatro. Como todas, tiene sus cosas buenas y sus malas, tantas como personas viven en ellas. Nadie hemos elegido el sitio donde nacimos, como tampoco podemos elegir el lugar donde moriremos; por ello me considero CIUDADANO DEL MUNDO.
La historia nos enseña que desde que el ser humano bajó de los árboles, hemos ido buscando lugares donde vivir mejor. Nos enseña que cuando fundamos las primeras ciudades, quisimos conquistar otras a otros clanes, empujando a los vencidos a marchar a otros sitios y hacer lo mismo. Nos enseña que en todos los continentes ha sucedido así, se llamen griegos o romanos, persas o bárbaros, chinos o mongoles, aztecas o comanches, árabes o zulúes… Nos enseña que el término, «Nación», es relativamente moderno, y nació con el absolutismo y la burguesía, hasta convertirse en Estado, que es algo bastante diferente. Nos enseña que, al correr de los siglos, las naciones cambian, se modifican. Basta con mirar el mapa político europeo del siglo XX y compararlo con el mapa del siglo XXI.
España no ha sido diferente. Es un reflejo de las diversas invasiones y conquistas, y su configuración territorial ha ido cambiando conforme al empuje militar, principalmente.
En la España prerromana había un conglomerado de diferentes pueblos, sin unión política alguna. Después de los fenicios, griegos y cartagineses, nos conquistó Roma, y pasamos a ser una colonia romana, dividida en tres provincias.

El empuje de los bárbaros volvió a dividir las tierras de España en varias zonas de influencia.
Cuando los árabes invaden la Península, es otro cantar. Casi llegan a dominarla por completo, dividiéndola luego en Taifas hasta que los Reyes Católicos los expulsan definitivamente.
Hasta entonces, y durante siglos, España ni es una nación ni un Estado, sino la unión de varios reinos, con diferentes lenguas, diferentes monedas y diferentes fronteras y fueros. Y esto sigue así hasta 1709-1724, cuando el Borbón francés, Felipe V, abole los Fueros de Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares, dividiendo España en 27 provincias en 1749.
El franquismo abolió todos los Estatutos de Autonomía de la República y centralizó el Estado una vez más. Y cuando se instauró la Democracia, se volvió a cambiar la organización territorial y se optó por el «café para todos» para evitar problemas con Cataluña y el País Vasco, principalmente, y contentar a los que se oponían a las Autonomías, pero sin consultar qué querían los ciudadanos, como no se consultó si queríamos República o Monarquía, (la ley del vencedor).
Sí, existen los nacionalismos, igual que existen los fanatismos, sean anti o pro un pueblo, una nación una ciudad o simplemente un equipo de fútbol. Fanatismos que desprecian a los ciudadanos que tengan otras opiniones, otros deseos o simplemente otro color de piel.
Por desgracia, nos sobran falsos orgullos y nos falta comprensión hacía quien no piensa como nosotros; y también nos falta cultura democrática y por supuesto, cultura del diálogo y el acuerdo.
Quizá un poco de lectura y algunos viajes nos haría algo más tolerantes a todos.