Paseando por la flamante y recientemente inaugurada calle peatonal de La Maquinista, los turistas y mas jóvenes del barrio se asombran al ver el arco de entrada de unas viviendas donde se puede leer La Maquinista Terrestre y marítima. Los más mayores del barrio recuerdan como si de ayer se tratara de la fabrica que años atrás se encontraba en ese lugar y de la vía de tren que recorría la calle y se adentraba en las entrañas de la factoría por donde pasaban todo tipo de locomotoras para ser reparadas, o por donde salían fantásticas maquinas que por dicha vía enlazaban con la red de ferrocarriles.
En 1831 el industrial barcelonés Ramón Bonaplata inaugura el primer taller movido a vapor de todo el estado, comenzando así una carrera empresarial de vértigo y la revolución industrial en el país.
En 1885 la compañía Bonaplata se asocia con La Sociedad Barcelonesa y fundan La Maquinista Terrestre y Marítima, inaugurando en 1861 sus nuevos talleres en el barrio de la Barceloneta. La factoría tenia una superficie de 17.500 m² y contaban con 1.200 trabajadores en plantilla. En su recinto se fabricaba maquinaria pesada y todo tipo de estructuras metálicas con las que fueron construidos edificios emblemáticos de la ciudad como la estación de Francia y la mayoría de mercados de Barcelona. De las manos de sus trabajadores salían locomotoras a vapor, así como gigantescos motores de barco destinados a la Armada y a empresas navieras particulares.
En 1917 construyen su segunda fábrica, en el barrio de Sant Andreu, con una superficie 100.000 m2, alcanzando una plantilla de 3.000 trabajadores.
En 1965, los talleres de La Barceloneta, fueron desmantelados y el recinto pasó a ser un almacén.
En 1993, los talleres de Sant Andreu fueron desmantelados y se trasladaron a unos nuevos en Santa Perpetua de la Mogoda, pasando a fusionarse la empresa con Macosa.
En 1989 la empresa pasó a formar parte de la multinacional francesa Alsthom.
De su época en el barrio solo queda el recuerdo en la mente de las familias que vivían gracias a la fabrica, y algunos elementos que aun se conservan de su paso por el barrio. La puerta por donde los trabajadores entraban cada mañana a trabajar y algunos elementos metálicos de los cuales se colgaban las maquinas que eran fabricadas o reparadas. Paseando por el parc de La Catalana aun podemos contemplar su restos dentro del Institut Joan Salvat-Papasseit.


