TODO TIENE SU FIN
Las historias que acabo de relatar forman parte de mi memoria. Viví muchas más historias en todos los ambientes de la ciudad pero apenas las recuerdo. Los excesos y la poca cabeza, según en qué momentos de esa época hacen que las recuerde como si de un confuso sueño se tratara.
La década de los ochenta fue dura pero algunos salimos adelante.
Luchamos por lo que creíamos y nos entregamos a los placeres que la vida nos obsequiaba día a día.
Recuerdo vagamente el mundial de fútbol del ochenta y dos. Solo recuerdo que ganó Italia y que, por culpa de eso, fuimos invadidos por hordas de jóvenes italianos que venían de vacaciones para tomar el sol y beneficiarse a las chicas. Caravanas de Fiat Uno llenos de chicos circulaban por las autopistas. Eran como nosotros pero en hortera, todos morenos con cadenas de oro. Para ligar con las chicas, decían que eran de Roma como si eso fuese un punto añadido; se sentían superiores a nosotros aunque la mayoría eran pueblerinos que se hacían pasar por chicos de la capital. Todos de Roma, ¡qué casualidad!, supongo que les daba vergüenza decir de dónde eran. Quizás de alguna ciudad más pequeña y aburrida que Barcelona. Las chicas caían como pajaritas con sus mentiras. Algunos se prometían en matrimonio con ellas para cepillárselas durante todo el verano, después volvían a Italia y si te he visto no me acuerdo. Eran más tontas que un zapato. Las que eran un poco inteligentes huían de ellos como de la peste.
También recuerdo la boda de los príncipes de Gales, Lady Di se convirtió en todo un icono de la época y, cómo no, la grave intoxicación que sufrieron muchas personas al consumir aceite de colza desnaturalizado. Muchas personas murieron y muchas más quedaron con secuelas para el resto de sus vidas por culpa del “Síndrome Tóxico”.
Sé que igual no os ha interesado demasiado alguna historia, y diréis que no profundizo demasiado en la época pero es así como yo la recuerdo. Pasaron muchas más cosas pero igual las cuente en otra ocasión. Esta vez solo quería recordar el desenfreno sexual que tanto aportó a mi vida, y algún que otro suceso desafortunado que me marcó lo suficiente como para que reaccionase y retomara las riendas de mi vida.
Algunas mujeres al leer mis relatos se identificarán con alguna protagonista y pensarán que me falla la memoria, nada más lejos de la realidad. He cambiado los nombres y los escenarios para que ninguna me dé un guantazo cuando me vea por la calle. Algunas escenas también están mezcladas, en alguna ocasión he juntado experiencias con diferentes mujeres en la misma protagonista. Espero que no se enfaden y les haga gracia saber que no me he olvidado de ellas y que recuerdo detalles de nuestra relación.
Gracias a todas por haber formado parte de mi vida en algún momento.
Algunos lectores pensarán que el final es flojo y que les ha sabido a poco tirando a nada, que esta no es manera de terminar una novela. Les doy toda la razón, pero que no se adelanten a los acontecimientos. Esto todavía no ha terminado.

Como no quiero defraudar a nadie, os ofrezco dos finales. Podría titularlos como “Final Masculino” y “Final Femenino” pero no quiero caer en el sexista tópico de que la mujer es sensible y el hombre básico. Ni quiero hacer dudar a nadie de su personalidad ni de su sexualidad, así que los llamaré “Final A” y “Final B”. Después que cada uno saqué su propia conclusión y adivine qué parte de su manera de ser tiene más acentuada, si la sensible o la básica.

Yo, Máximo Malasartes, más conocido como Max, os comunico que amenazo con seguir recordando, si mi mente me deja, vivencias de diferentes épocas de mi vida para plasmarlas sobre papel.
Espero no defraudar a nadie.