UNA BANDA DE VALLECAS LLAMADA WC

Sé que este artículo será polémico sobre todo entre los puristas del r&r que creen en sobados iconos sobrevalorados. Gente que critica sin conocer ni haber escuchado el disco del cual voy a hablar. Simplemente no les gusta por la nefasta imagen del protagonista. Pero creo que después de cuarenta años hay que hacer justicia a uno de los mejores discos grabados en este país, a pesar de todo lo acaecido desde entonces.
En los años setenta existía en Vallecas una banda llamada WC que ya con repertorio propio, encontró como cantante a un joven Ramón Márquez Martínez. Ramón era un tipo que quería comerse el mundo costase lo que costase, algo que ha hecho durante toda su vida sin importarle ni las etiquetas, ni el ridículo que pudiese hacer en las pantallas de televisión a cambio de una buena suma de dinero. O trabajando en el SGAE llenándose los bolsillos con dinero, a costa de la sangre, sudor y lagrimas de autores e intérpretes, “como él”.
Se dice que el joven Ramón, una vez terminado el repertorio de la banda, se lo apropió, abandonó Madrid para venirse a Barcelona a grabar el disco, alejándose así de los auténticos autores. Pasando olímpicamente de los músicos originales que le dieron la oportunidad de cantar, con una voz bastante horrorosa y sin tener ni puta idea de hacerlo. Una vez en Barcelona contó con la colaboración de muy buenos músicos como Eduardo Bort, que grabó unas guitarras impresionantes. El disco salió a la venta en 1978 bajo el nombre de Ramoncin y WC y empezó el escándalo en la única televisión que existía entonces en el país. La primera vez que supe de él fue viéndolo en el programa 2 x 2 de Mercedes Milá e Isabel Tenaille.
Me encantó la entrevista y la actuación, hay que tener en cuenta que yo entonces era un niño de apenas trece años y ver a un tipo vestido y maquillado de semejante manera diciendo palabrotas por la tele me chocó y marcó bastante.
Un amigo más mayor que yo, que curiosamente también se llamaba Ramón Martínez, me acompañó a la calle Escudellers, a una pequeña tienda de discos, tipo tenderete dentro de una escalera de vecinos llamado Castelló, y me compré el disco. Fue mi bautismo en el terreno de la música, mi primer disco comprado con mi dinero, mi primer disco de rock and roll, mis inicios en ese duro mundo.
Han pasado ya cuarenta años desde aquel día y me sorprende sobremanera conservar aquel jurásico vinilo que me abrió las puertas al universo del rock and roll. Un disco que pongo en contadas ocasiones y siempre con miedo a rayarlo más de lo que ya está. Personalmente diré que es uno de los mejores discos que se ha grabado en este país, una maravilla de rock suburbano pre nefasta movida madrileña. Hay que escucharlo sin prejuicios y olvidando la trayectoria del personaje en cuestión. es un ejercicio difícil de realizar, es como un viaje en el tiempo a una época en la que ni teléfonos móviles existían y donde los chicos de barrio nos informábamos a través de la radio y la prensa. Época de perder amigos en los portales con la aguja clavada en el brazo y de juntarnos en bandas para ser menos vulnerables ante aquella injusta sociedad en vías de cambio.
Ramoncin creía hacer música punk aunque los de fuera de Madrid que no vivíamos en ambientes tan superficiales sabíamos que no era así, aquí teníamos una banda que sin creer ni saber que estilo de música hacían iniciaron el punk en este país. Su disco salió un año más tarde pero la banda era más antigua y realmente su sonido se alejaba más del rock suburbano y se acercaba al punk. Desde el barrio de San Ildefonso, desde los bloques verdes en Cornellá de Llobregat nos llegó La Banda Trapera del Rio, la autentica y primera banda del punk más yonqui del panorama nacional. Creo que aún conservo por ahí el carnet del club trapero presentado en el Magic de Barcelona.

